domingo, 21 de octubre de 2012

Francisco J. Martín: PROVECHOS Y ESPERANZAS (...ahora sí)


El pasado 10 de octubre de 2011, yo mismo escribía sobre los poemas de Txiki Martín y le echaba en cara sus pre-tensiones pre-poéticas de sus pre-versos, ese miedo a llamar poema al poema desde el mismo título. El sábado, un año y diez días después no nos cierra la puerta sino que nos la abre desde el título: “Provechos y esperanzas”.

En este poemario, observamos un poeta más valiente a la hora de plasmar su idea poética en el papel, incluso con poemas que aún deben crecer, dado que nacieron hace poco.

Comienza, sorprendentemente, con una despedida, que no es sino algo siempre necesario para que ocurra un nuevo comienzo:

Harás de mí un sueño,
y mariposas verás volar [...]”

(de Despedida)

En sus paseos Txiki conversa consigo mismo y la naturaleza. Es invierno y lo asume, pero espera que acabará siente la certidumbre de la primavera:

Es invierno, lo sé
me lo dicen los árboles,[...]
Vendrán sabias las retoñecidas
para acercarme, de nuevo,
a esta otra orilla propia […]

(de Soliloquio pasajero)

Tres de sus poemas (sin títulos) llaman la atención por su brevedad y condensación de pensamiento. Aquí sí que vemos un poeta en esencia, que huye de tecnicismo y cultismos que, ocasionalmente, se vienen colando en algunos versos. Estos tres poemas se convierten en tres primeros planos del interior del poeta:

Dicen
(mis adentros)
que las posibilidades
se esconden siempre
en las sombras
tras mis miedos”
***
Frente al olvido
no hay nada.
Frente al olvido
no estás.”
***
Estar aquí,
es estar lejos de mi vida.
Estar aquí,
es estar lejos de la suerte.
Estar aquí,
solo es un momento pasajero.”


Txiki se mira en el espejo y se manda seguir soñando. Se reconoce “poeta imberbe”, pero eso no debe impedirle tener ilusiones, pues todo está abierto:

[...]Vuelve a soñar, infante,
todo lo que puedas ser
en ese futuro sin patentar.”

(de Mandamiento nº1)

Y es que la infancia, su infancia, no deja de ser un elemento recurrente en su poética, al menos desde que nos ha presentado su producción poética en Gallos Quiebran Albores. Mientras compone una balada ese recuerdo recurrente vuelve a aparecer en forma de poema musical, como un arrullo:

Compuse una balada
en el interim de la tarde,
de sonidos envolventes,
caprichosas voluntades
que me traían el recuerdo fresco
de la infancia juguetona,
amada sensación anterior
en la que me sentía rey [...]”

(de Compuse una balada)

Pero como contrapunto a esta poética de lo positivo y la esperanza, también aparece el desgarro de lo injusto y la impotencia en una palabra que se dirige al Padre, a ese Dios que, para el poeta, se resiste a mostrarse y se esconde en el silencio:

Ahora que toco las soledades,
del amor que no comprende
de tus ausencias, no sé qué decir,
cuando callo y dejo mentir
a la duermevela. [...]”

(de Ahora)

Y en la misma línea se muestra en el poema Soledad a la que comienza tachando de “Triste frontera desierta”. Y dice:

Solo no es un número,
es una resta que te atraviesa,
devorando el instante actual […]

(de Soledad)

A esta altura, el poema Tu nombre viene a confirmar su habilidad para los poemas en la distancia corta, los poemas donde la esencia desnuda se adueña de la poesía. Más poesía en tanta sencillez es casi imposible, más comunicación con menos palabras es poesía:

Sobre el tapiz
del rocío
quise pintar
tu nombre.

Me faltó
el recuerdo
para poder
siquiera
imaginarte”.

(de Tu nombre)

El último poema nos deja la imagen de un inconformista soñador que nos deja esperanza, pese a las dificultades de la vida diaria y los sentimientos, confirmando además el mensaje del poema Mandamiento nº1. Dice:

Estoy considerando
la posibilidad
de que al fin los peces
puedan sin prisa volar
y que los dragones
dejen de ser una utopía […]

[…] Dejen de ser
transparentes mis amantes,
medrosas musas somnolientas
y apáticas sombras mis deseos […]

Estoy considerando
en salir adelante y probar suerte...

...conquistar el mundo por fin.”

Este poemario nos define a un Txiki Martín claro, directo, veraz y realmente poético en el poema corto, mejor que en la selva de los más largos donde aún se puede perder la esencia si no se domina el poema y es él quien domina al poeta. Temáticamente, pese a sus recurrencias a la infancia (no criticables, pues siempre forma parte del universo pasado de cualquier poeta que forja su presente) sí vemos un poeta que nos abre la puerta a nuevas ideas y, sobre todo formas nuevas y que ha de ir progresando en su búsqueda de la esencia poética.

Pronto (a finales de noviembre) descubriremos un nuevo Francisco José Martín del Hoyo, novelista, quien presentará en el Centro Cultural Alcazaba su nueva apuesta creativa, que, a buen seguro, será una nueva puerta abierta sin miedo al vacío.

Texto: Javier Carmona
Fotografías: Eladio Méndez

viernes, 12 de octubre de 2012

LA MÚLTIPLE PENA de Manuel Hurtado


El pasado sábado 6 de octubre, Manuel Hurtado nos deleitó, en la tertulia literaria de Gallos quiebran albores, con la presentación de su poemario Ensayo de Ausencia, escrito hace años e inédito hasta este momento. Yo lo leí entonces y me dejó tan profunda conmoción que me ha resultado grato reencontrarme con él, a pesar de su estremecedor contenido, y con su autor, después de años de alejamiento por motivos profesionales.

Y es que Ensayo de Ausencia es un libro conmovedor pues, desde el comienzo de su lectura, se advierte que sus versos están escritos con el alma en la mano: Registré en el armario / azul de nuestro tiempo, / en el cajón de esplendor / de nuestros recuerdos. / […] / Y aquella primavera / ¿Dónde la hemos puesto? / ¿Dónde habitan los abrazos? / ¿Dónde los besos aquellos?

La emoción que produce su lectura se debe a que enseguida se observa que el poeta pasa por un momento muy delicado de su vida, pues tiene que asumir inesperadamente un cambio brusco en su existencia y su emoción se debate entre un ayer estable y un ahora turbulento sin que existan razones poderosas para asumirlo: Trémulas las manos lo descuelgan / y ceden al eco de una voz sangrante, / con labios de anestesiada memoria, / que, con inhóspito arrebato, inician / el derrumbe descarnado del trayecto.





Es tan hondo el lamento del poeta que enseguida el lector se hace eco de su desamparo y lo acompaña a buscar un bálsamo para su ánimo lastimado en un ayer menos triste que, emocionalmente, se sitúa en su lugar de nacimiento (A la soledad de una calle, / a la luz de una farola / temblorosa y doliente, vuelvo, / para restañar la urdimbre de los sueños),en la tienda donde trabajó cuando niño (A veces  contemplo caricioso, / cuando paso por la esquina, / los remozados escaparates del comercio. / Y vienen en tropel a mi memoria / las fragancias de añejas colonias y jabones / y los desaparecidos nombres de las telas / entre los que creció mi infancia) o en la casa donde crecieron sus hijos entre las risas e ilusiones de una familia unida: Aquellas inefables voces infantiles, / aún silentes, dormitando entre sus muros / y preservadas de este viento aborrascado, / harán con su recuerdo mi compaña / en esta era de huida y desamparo. // Más presiento que sabrán aguardar / su retorno en otro tiempo venidero / y repetir así su pulso enardecido / con distintos actores y la misma sangre.



 También, con el alma en un puño, el lector lo acompaña en su despedida de Mérida, el lugar donde había forjado sueños felices que, sin embargo, el destino caprichoso ha convertido ahora en una realidad dolorosa: Más, en esta coyuntura herida de silencio, / relegas de tu espacio mi presencia, / tú, que afanada forjaste en tu regazo / el encaje luminoso de mis sueños. No obstante al poeta no le duelen los bienes materiales que pierde o cede, sino el perjuicio moral y emocional que supone la ruptura de una relación de pareja, hasta unos días antes, estable: Pero… ¿Y los recuerdos? / ¿Cómo se dividen los recuerdos? / ¿Quién se queda con la ternura de esa tarde? / ¿Y con la nobleza oculta de una noche? / ¿Quién se lleva aquella luz de la mañana? / ¿Y quién con aquel beso oculto, / nacido en la oscuridad de un portal?

Por si esto no le bastara, otro hecho especialmente amargo se viene a sumar a su naufragio existencial. Un íntimo amigo ha enfermado de cáncer, se muere por momentos y el poeta, ya muy herido, se tiene que preparar para sobrevivir sin su presencia: Más, en esta orilla, / donde placentera el agua / besa incansable las arenas, / sangra mi herida quejumbrosa / aromada de tristeza e impotente, / oficiando, sin quererlo, / el ensayo de tu ausencia.




Además, su ánimo extremadamente  dolido tiene que soportar otro episodio lamentable: Inma del Álamo, hija de nuestro apreciado José María del Álamo, tertuliano de Gallos y vecino del autor, muere en plena juventud y el poeta muestra su dolor en un sentido poema: “Tu partida nos deja / sin luz y sin habla, / en el pecho tristeza / y el alma … ¡abrasada!”. Por tanto, el poeta se ve obligado a sobrellevar una triple pena, imposible de calmar: ni su amigo, ni Inma ni su amor volverán: A deshoras frecuento / la calle donde habita / la herida del silencio. / Y melancólico evoco / el azogue de sus ojos, / la armonía nevosa / y ausente de su boca.



No obstante, en un memorable ejercicio de equilibrio y valentía ante la adversidad, el poeta se muestra dispuesto a restañar las profundas heridas que sufre en lo más profundo de su intimidad: Buscaré acomodo a media altura / en un lugar propicio para el tránsito, / donde avizorar esta moneda rodeada por las aguas / y restañar las heridas, sangrantes todavía, / para, una vez fortalecido, continuar la senda / en una nueva y renovada singladura.






Una extraordinaria lección de fortaleza moral es la que nos da Manuel Hurtado en Ensayo de ausencia, un libro verdadero, extremadamente humano y duro ejemplo de la cruda realidad que, sin embargo, él es capaz de soportar y superar para, finalmente, quedar más fortalecido.


No es de extrañar que una palpable concentración se notara en el ambiente de la tertulia durante la sentida lectura que el autor hizo del poemario. Y es que los tertulianos presentes nos convertimos en un solo oyente ante su desamparo, porque nos infundió un profundo respeto cuando, verso a verso, poema a poema, fue exponiendo sus vivencias existenciales directamente extraídas del alma, de lo más profundo de sus ser. También nos mimetizamos con él cuando lo acompañamos en su búsqueda de una tabla de salvación a su lugar de origen para recuperar hechos de su infancia a los que asirse y no naufragar, tratando de recuperar un tiempo donde reinaba en su vida la armonía, perdida ahora. Y también, conmovidos, lo seguimos en su honda pena por todos los rincones de este ensayo de ausencias, igualmente conmovedores.

asalgueroc (8-10-12)

Fotos: Eladio Méndez.



viernes, 5 de octubre de 2012

¡Que veinte años no es nada!

El día 22 de septiembre dimos comienzo al curso de tertulias 2012/2013, en el que conmemoramos como grupo los primeros veinte años de andadura por este onírico y apasionante camino de la poesía.




Comenzamos esta primera tertulia con ilusiones renovadas y una asistencia más que aceptable, ya que a la misma asistimos un nutrido grupo de tertulianos, nos reencontramos: Rafael Rufino, Miriana Díaz. Jesús Mendo, Jonathan García y su compañera Ana Belén, Francisco J. Martín (Txiki) Antonio Salguero, Manuel Hurtado y Eladio Méndez.




Después de los saludos pertinentes y los obligados comentarios sobre las vacaciones de cada uno, iniciamos la tertulia leyendo algunos poemas de nuestra propia cosecha.








Miriana Díaz, leyó un texto en prosa titulado “Reflexión filosófica sobre el sentimiento”, donde nos mostró la sensibilidad y la inocencia que brota de su alma en cada palabra que pronuncia.




Manuel Hurtado, nos presentó una elegía dedicada a un amigo; poema emotivo donde nos dio muestras del progreso de su poesía.



Antonio Salguero, nos habló del poemario inédito “Ensayo de ausencia” de Manuel Hurtado, poemario en el que, como ya he comentado, se observa la tangible y positiva evolución de este poeta.


Jesús Mendo, por su parte, nos leyó un poema sobre Don Quijote, en el que presentaba un emotivo cuadro del infatigable Don Alonso Quijano.




Txiqui recitó un poema autobiográfico, en el que nos hizo un recorrido desde su niñez hasta el hombre maduro que es hoy.



Rafael Rufino, nos regaló un poema nostálgico, en el que con su cotidiana maestría fue capaz de trasladarnos a su infancia y mostrarnos a su maestra, aquella mujer que lo inició en el camino mágico de la lectura.

Y un servidor, aportó a esta primera tertulia unos breves poemas de un nuevo proyecto que espero tenga continuidad.

Fotos: Eladio Mémdez


Eladio.

jueves, 4 de octubre de 2012



El sábado 23 de junio, me comprometí en hacer el comentario de la última tertulia del curso 2011/2012. Ese día presentaba sus poemas José Mª del Álamo, no pude subir en su momento al blog el comentario por una serie de circunstancias que no concretaré, pues sería además largo, aburrido.


                                                                     


No estuvo la tertulia muy concurrida, pero he de decir en cambio, que resultó sumamente interesante, José Mª, fue recitando sus composiciones con la maestría que le caracteriza, con esa voz tan peculiar, templada y penetrante.

Nos presentó José Mª, una mezcolanza de poemas de nueva creación junto a otros no tan recientes, que nos hizo disfrutar de una agradable mañana poética. Ya se sabe del don natural conque está dotado José Mª para escribir y recitar poemas.



…Aprendiste a andar a gatas, arrastrando
a los pies de los demás, desde pequeño.
Aún hay callos en tus dedos y rodillas,
Cuando ya de ti, no queda ni el recuerdo...

Nos dice en el poema (Réquiem al olvido)


                                                                             


Todo el que conoce a José Mª, sabe que su poesía es abrumadoramente social, pero eso no es óbice para que también se atreva con poemas intimistas y de amor, además con mucho acierto.

…En el mar de las ideas
tu verso se hunde y naufraga,
para buscar los tesoros
del cofre de la palabra…

Le canta en un bello e intimista poema a Manuel Pacheco.



Y que decir de este poema de amor titulado (Alcánzame tu voz)


…Alcánzame la dicha de tenerte,
de acariciar tu piel sobre mi cuerpo.
Alcánzame la dicha de saberte
feliz, sintiendo el tacto de mis dedos…

O estos versos del poema (Voz de poeta) dedicado a Luís Álvarez Lencero.


…Has cavado mil surcos con tu mano,
En papeles dolientes: “¡¡no a la guerra!!”,
ha gritado tu voz, y “Vietnán” fierra
tu hierro poderoso, casi humano…



y así podría seguir con todos los demás poemas, pero no es esta la función de mi comentario, que sólo pretende informar de lo acontecido en la tertulia.

Gracias José Mª por tus poemas y por el entusiasmo que sigue poniendo cuando escribes y aunque sabemos que escribes para ti, gracias por compartirlo con nosotros.

Fotos: Eladio Méndez.

Eladio.