sábado, 30 de junio de 2012

El pasado día 9 de junio se presentó en la Feria del Libro de Mérida la Panorámica poética de Extremadura, libro a cargo de nuestro compañero Antonio Salguero. Es un libro único y necesario por su carácter de historia de la literatura y a la vez antología, sin olvidar el marco histórico referente a cada época.  Sobre los pormenores del libro en sí, os refiero a la presentación que hice durante el acto y que está publicada en mi blog "El río escondido" (click aquí para leer)

La original presentación del libro nos entretuvo en una calurosa mediodía de sábado. Tras mi presentación inicial enfocada a la importancia de la investigación literaria, Antonio tomó la palabra, entretanto su hijo iba proyectando en una pantalla de plasma en primer lugar la trayectoria de Antonio Salguero y posteriormente algunos de los poemas de la antología que fuimos leyendo compañeros de la tertulia, como los que aparecen en las fotografías, además de Daniel Casado que leyó su poema incluido en la antología. 


A Antonio le gusta que el poema entre por los ojos, que se vea, que además de que el oyente reciba el ritmo y la musicalidad del poema pueda participar de su lectura. La lectura de un poema en grupo nos une y hace que el poema llegue completo. 

Siempre ha gustado Antonio Salguero de esta dinámica. Ahora que la tecnología facilita las presentaciones, recordamos cuando Antonio proyectaba sus diaporamas poéticos en diapositivas de las de toda la vida para hacer partícipes a sus alumnos de la lectura en grupo. Hoy todo entra por los ojos y las presentaciones son muy habituales, antes los diaporamas fueron un adelanto a nuestro tiempo con las técnicas anteriores.

En parte, nuestra tertulia no es ajena a la labor investigadora de Antonio ni al libro que acaba de presentar, ya que durante toda la trayectoria de la tertulia ha ido desgranando en distintas exposiciones la historia de la poesía y en concreto la de la poesía realizada en Extremadura. Por lo tanto, este magnífico libro no nos coge por sorpresa, aunque sí refrenda la calidad de sus trabajos presentados en nuestra tertulia.

Dejo las líneas del poema de Enrique Díez-Canedo que Antonio deja en la portada para recibir al lector:

"Extremadura, madre del sonoro
tropel de los rebaños primitivos,
del alcornoque de la edad de oro
y del encanto gris de los olivos"

Gracias Antonio por animarnos a ahondar en nuestras propias huellas de la poesía.  

TEXTO: Francisco Javier Carmona 
FOTOGRAFÍAS: Eladio Méndez











miércoles, 13 de junio de 2012

ENSAYANDO EL CIRCULO, DE FRANCISCO JAVIER CARMONA




En la tertulia literaria de Gallos quiebran albores celebrada el 26 de mayo del 2012, Francisco Javier Carmona nos sorprendió con un puñado de poemas con el enigmático título de Ensayando el círculo, que a posteriori los asistentes descubrimos con sus acertadas explicaciones se trata de un título referido al trazado de la vida, que comienza y acaba en el mismo punto.

Ensayando el círculo son poemas sin título, unos en verso y otros en prosa poética, cuyo tiempo lírico se sitúa al final del verano cuando, la luz de septiembre va dando paso al otoño, cambio gradual que afecta fuertemente el ánimo del poeta ante la pérdida de la luz: “Es verano aún, cuando la luz se rinde al tiempo”.

No obstante, los poemas tienen un calado más profundo, pues no son poemas centrados únicamente en el tiempo, mero pretexto del poeta para transmitir su apesadumbrado estado de ánimo pues, igual que el verano se lleva la luz, el poeta va quedando a oscuras anímicamente: “Sobre la hoja, / caduca también la tarde, / caída y volteada como títere / en el gris desnudo de la ciudad”.

 

La huida de la luz queda en el ánimo del poeta sensaciones de derrota, de monótona existencia: “en la ciudad la gente no espera nada, corren tras las horas para adelantar al tiempo, encienden soles e intentan pintar la vida con el hálito febril de la ilusión”. Es el ser humano desorientado sin la luz, estresado por las prisas y desanimado por la falta de esperanza en un mañana mejor, que deambula inconscientemente por la vida cotidiana, viviendo la existencia de puntillas, casi sin sentirla. De ahí que siempre le resulta corta.

La presión del paso del tiempoes tan acentuada que se observa en los objetos, que también sucumben ante este fenómeno demoledor: “También los objetos nos imitan / hasta la muerte / y caen en el polvo final / de lo humano, / tornándose nombre apenas en la memoria / y nostalgia en la fragua del poema”.

Y, como suele suceder, ante una realidad ingrata, el poeta vuelve su mirada al pasado y siente nostalgia por la infancia y los juegos de niños, ya frágiles recuerdos en la memoria: “Sí, me recuerdo héroe eterno / sin mito y sin caballo, / me recuerdo gladiador de tardes / en el antiguo lecho de un hogar / que creció robándonos el templo / donde ayer se cobijaba / nuestra infancia”.




La desesperanza del poeta se manifiesta en un atardecer tormentoso, quelo arrastra a relacionarlo con el destino trágico del ser humano. “A su lado, el fuego, presagio de la noche, aún lucha porque las lágrimas no ahoguen la fragua del atardecer”.Incluso, en un dibujo de su hija donde lo pinta con cabeza enorme y cuerpo de monstruo bueno, el poeta cree ver el cambio que ha producido en su carácter el paso de los años: “¿Acaso en la planicie del papel incoloro / cabe un alma entera, / o es que, con el tiempo deshojado, / la escondemos tras los muros”.


Luego la sociedad artificial de hoy, centrada en el dinero, crea más desazón en el poeta, porque advierte que no existe ya nada natural, todo tiene un valor crematístico y nada le satisface: “No hay momento en el cual tu nombre no sea venal, y hasta el beso, la piel y la voz cotizan con la luna”. Una demoledora visión del paso del tiempo, que arrastra al ser humano irremediablemente a su ocaso: “Y en la ciudad, / otras oscuridades embozadas, / bien dormimos para soñar ser lentos guadianas / bien buscamos la luna tras las ajadas esquinas / como donjuanes que nunca fuimos, / como ríos humanos que nunca seremos”.


Termina la plaquette con un poema, que ofrece la clave de la desazón del poeta, una realidad desgraciadamente característica en esta época posmoderna: no tenemos tiempo ni para decir te quiero: “Ayer iba a decirte que te amaba. Pero llamaron al teléfono y, cuando te busqué, te habías ido”.

Un extraordinario ejercicio emocional, por tanto, es el que versifica Francisco Javier Carmona en Ensayando el círculocon esa forma personal que tiene de expresarse poéticamente por medio de una lengua cuidada, elegante, medida, quedescubre una vez más la calidad de su verso límpido y magistral.

Antonio Salguero Carvajal

Fotos Eladio Méndez.