Tan solo tres palabras para comentar tu entrada, amigo Eladio: MAGNÍFICO, PRECIOSO, pero sobre todo... INOLVIDABLE. Cosas así hace que hagamos más inolvidables todavía a los ya de por sí inolvidables.
Paco JORGE dijo... Con tus palabras digo que recuerdo aquellos días de abril cuando la luz se te hizo niebla; radiografía obscura como boca de lobo; y - como un presagio - el cierzo bajó frío, mucho frío. Cauterizaba el éter con aséptica gelidez de quirófano; nevaba hielo quirúrgico, rocío, granizo, helada; luego extendió una losa, una lápida escrita de cristal de carámbano; y encriptó el manantial. Sit tibi terra levis. Tu amigo francisco jorge.
Solo tres palabras para esto que has escrito, amigo Eladio: MAGNÍFICO, PRECIOSO y sobre todo INOLVIDABLE.
ResponderEliminarFco. Javier Carmona
Tan solo tres palabras para comentar tu entrada, amigo Eladio: MAGNÍFICO, PRECIOSO, pero sobre todo... INOLVIDABLE. Cosas así hace que hagamos más inolvidables todavía a los ya de por sí inolvidables.
ResponderEliminarGracias Francisco Javier por tus palabras, he de decirte que me gusta la alusión que haces a nuestro amigo y compañero Ángel.
ResponderEliminarPaco JORGE dijo...
ResponderEliminarCon tus palabras digo que recuerdo aquellos días de abril cuando la luz se te hizo niebla; radiografía obscura como boca de lobo; y - como un presagio - el cierzo bajó frío, mucho frío. Cauterizaba el éter con aséptica gelidez de quirófano; nevaba hielo quirúrgico, rocío, granizo, helada; luego extendió una losa, una lápida escrita de cristal de carámbano; y encriptó el manantial.
Sit tibi terra levis.
Tu amigo francisco jorge.