El pasado 10 de octubre
de 2011, yo mismo escribía sobre los poemas de Txiki Martín y le
echaba en cara sus pre-tensiones pre-poéticas de sus pre-versos, ese miedo a llamar
poema al poema desde el mismo título. El sábado, un año y diez
días después no nos cierra la puerta sino que nos la abre desde el
título: “Provechos y esperanzas”.
En
este poemario, observamos un poeta más valiente a la hora de plasmar
su idea poética en el papel, incluso con poemas que aún deben
crecer, dado que nacieron hace poco.
Comienza,
sorprendentemente, con una despedida, que no es sino algo
siempre necesario para que ocurra un nuevo comienzo:
“Harás de mí un
sueño,
y mariposas verás
volar [...]”
(de
Despedida)
En
sus paseos Txiki conversa consigo mismo y la naturaleza. Es invierno
y lo asume, pero espera que acabará siente la certidumbre de la
primavera:
“Es invierno, lo sé
me lo dicen los
árboles,[...]
Vendrán sabias las
retoñecidas
para acercarme, de
nuevo,
a esta otra orilla
propia […]
(de
Soliloquio pasajero)
Tres
de sus poemas (sin títulos) llaman la atención por su brevedad y
condensación de pensamiento. Aquí sí que vemos un poeta en
esencia, que huye de tecnicismo y cultismos que, ocasionalmente, se
vienen colando en algunos versos. Estos tres poemas se convierten en
tres primeros planos del interior del poeta:
“Dicen
(mis adentros)
que las posibilidades
se esconden siempre
en las sombras
tras mis miedos”
***
“Frente al olvido
no hay nada.
Frente al olvido
no estás.”
***
“Estar aquí,
es estar lejos de mi
vida.
Estar aquí,
es estar lejos de la
suerte.
Estar aquí,
solo es un momento
pasajero.”
Txiki
se mira en el espejo y se manda seguir soñando. Se reconoce “poeta
imberbe”, pero eso no debe impedirle tener ilusiones, pues todo
está abierto:
“[...]Vuelve a
soñar, infante,
todo lo que puedas ser
en ese futuro sin
patentar.”
(de
Mandamiento nº1)
Y es
que la infancia, su infancia, no deja de ser un elemento recurrente
en su poética, al menos desde que nos ha presentado su producción
poética en Gallos Quiebran Albores. Mientras compone una balada ese
recuerdo recurrente vuelve a aparecer en forma de poema musical, como
un arrullo:
“Compuse una balada
en el interim de la
tarde,
de sonidos
envolventes,
caprichosas voluntades
que me traían el
recuerdo fresco
de la infancia
juguetona,
amada sensación
anterior
en la que me sentía
rey [...]”
(de
Compuse una balada)
Pero
como contrapunto a esta poética de lo positivo y la esperanza,
también aparece el desgarro de lo injusto y la impotencia en una
palabra que se dirige al Padre, a ese Dios que, para el poeta, se
resiste a mostrarse y se esconde en el silencio:
“Ahora que toco las
soledades,
del amor que no
comprende
de tus ausencias, no
sé qué decir,
cuando callo y dejo
mentir
a la duermevela.
[...]”
(de
Ahora)
Y
en la misma línea se muestra en el poema Soledad
a la que comienza tachando de “Triste
frontera desierta”.
Y dice:
“Solo
no es un número,
es
una resta que te atraviesa,
devorando
el instante actual […]
(de
Soledad)
A
esta altura, el poema Tu
nombre
viene a confirmar su habilidad para los poemas en la distancia corta,
los poemas donde la esencia desnuda se adueña de la poesía. Más
poesía en tanta sencillez es casi imposible, más comunicación con
menos palabras es poesía:
“Sobre
el tapiz
del
rocío
quise
pintar
tu
nombre.
Me
faltó
el
recuerdo
para
poder
siquiera
imaginarte”.
(de
Tu nombre)
El
último poema nos deja la imagen de un inconformista soñador que nos
deja esperanza, pese a las dificultades de la vida diaria y los
sentimientos, confirmando además el mensaje del poema Mandamiento
nº1.
Dice:
“Estoy
considerando
la
posibilidad
de
que al fin los peces
puedan
sin prisa volar
y
que los dragones
dejen
de ser una utopía […]
[…]
Dejen de ser
transparentes
mis amantes,
medrosas
musas somnolientas
y
apáticas sombras mis deseos […]
Estoy
considerando
en
salir adelante y probar suerte...
...conquistar
el mundo por fin.”
Este
poemario nos define a un Txiki Martín claro, directo, veraz y
realmente poético en el poema corto, mejor que en la selva de los
más largos donde aún se puede perder la esencia si no se domina el
poema y es él quien domina al poeta. Temáticamente, pese a sus
recurrencias a la infancia (no criticables, pues siempre forma parte
del universo pasado de cualquier poeta que forja su presente) sí
vemos un poeta que nos abre la puerta a nuevas ideas y, sobre todo
formas nuevas y que ha de ir progresando en su búsqueda de la
esencia poética.
Pronto
(a finales de noviembre) descubriremos un nuevo Francisco José
Martín del Hoyo, novelista, quien presentará en el Centro Cultural
Alcazaba su nueva apuesta creativa, que, a buen seguro, será una
nueva puerta abierta sin miedo al vacío.
Texto: Javier Carmona
Fotografías: Eladio Méndez
Buena publicación, Javier.
ResponderEliminarY buenos versos de Francisco José...si,con gran contenido y bien expresado. Saludos
Los comentarios de Francisco Javier Carmona muestran a un Chiqui Martín cada vez más agudo, que empieza a dominar las distancias cortas del poema, paso previo para controlar su creación. Estoy seguro de que conseguirá así, en un plazo corto, mostrarnos abiertamente su rico mundo interior. Yo, que ya conozco detalles muy interesantes, estoy deseando conocerlo plenamente. asalgueroc
ResponderEliminarLos agudos comentarios de Francisco Javier Carmona muestran a un Chiqui Martín que empieza a dominar las distancias cortas del poema: "Sobre el tapiz
ResponderEliminardel rocío / quise pintar / tu nombre". Estoy seguro de que, en un plazo corto, Chiqui logrará mostrarnos plenamente en poemas rotundos los entresijos de su rico mundo interior. asalgueroc