No se comentó en la tertulia, pero
personalmente me llamó la atención la foto de portada del trabajo
en la que vemos a un Agustín García Calvo entrando en un salón de actos de un instituto o universidad que podría ser cualquiera, en una charla entre jóvenes,
entre los que le encantaba estar. Las caras de sorpresa de los
alumnos son llamativas, como si se les hubieran roto los esquemas
ante la presencia de un filólogo clasicista, filósofo, recitador,
poeta, dramaturgo, traductor, ensayista, con una inmensa montaña de
libros escritos y no-sé-cuántos premios… -quizá esperaban un
señor de presencia formal, distante de los jóvenes y altivo que se
parapetara tras la mesa para impartir una perorata insufrible sobre
pies clásicos, sintagmas preposicionales o sobre Nietzsche o Wittgenstein. Toda su vida,
Agustín García Calvo huyó de eso. Escribió, buscó respuestas e
investigó para TODOS, sin renunciar a la más alta exigencia
profesional, sin renunciar a la calidad en su investigación, sin
dejar un cabo suelto en sus palabras.
Pero ni esta crónica ni esta tertulia
pretendían ser un obituario que desagradara a Agustín García
Calvo, sino rellenar un hueco, que a lo largo de los años hemos
dejado en nuestras programaciones, así como hacer justicia con uno
de los cerebros más preclaros de nuestra era. Por tanto, recordemos
lo que dio de sí la tertulia.
Respecto a su vida, Jesús Mendo
destacó el compromiso social, presente en él hasta hace poco tiempo
en manifestaciones y en unión constante con la juventud, incluso
cuando ya estaba enfermo. Su curriculo profesional se detuvo en 1965
cuando fue apartado de su cátedra y exiliado, pero no su labor y
compromiso con la cultura y la investigación, pues toda su labor se
desarrolló al margen de las modas, las tendencias y las presiones
políticas. De toda su labor ya mencionada al inicio destaca su labor
como recitador, declamador, intérprete (no sabría cómo definirlo
mejor), acompañando su labor de traductor. He aquí este audio como
ejemplo:
De su pensamiento social, destacó Mendo su concepto de la realidad y las ideas como construcciones de los hombres, el comportamiento gregario de la masa, mientras que aquellos que no siguen la senda del rebaño son los que él denomina "el pueblo". Pone en duda la democracia, asumida como un régimen digno en comparación de otros. Igualmente se atreve a dudar de la ciencia cuyo concepto ha ido cambiando a lo largo de los siglos.
En nuestra tertulia, buscamos especialmente la vertiente poética y en ella fijamos nuestra mirada. Leímos la selección de Jesús Mendo. Nos llamó la atención el uso del vocabulario llano para ir a lo más profundo. Nos gustó especialmente el poema "Libre te quiero" que escuchamos, gracias a Txiki, en la voz de Amancio Prada:
Hubo un poema que en una primera lectura nos dejó perplejos por su sencillez y que, poco a poco, fue cargándose de intención y de profundidad, "¿Quién pintó la luna?" Un niño lo podría encontrar encantador incluso fácil de aprender, pero a nosotros, que fuimos escarbando, encontramos profundidad y belleza:
¿Quién pintó la luna
sobre los techos de pizarra?
¿Quién sembró los trigos
debajo del agua?
sobre los techos de pizarra?
¿Quién sembró los trigos
debajo del agua?
Tan tonto estás, almita mía,
tan tonto y tan.
tan tonto y tan.
Tan tonto estás, almita mía,
tan tonto y tan.
tan tonto y tan.
Tan tonto estás, almita mía,
tan tonto y tan.
tan tonto y tan.
Si alguno llora es porque
sabe que hay lágrimas;
y cuando uno se ríe, es
porque le da la gana.
sabe que hay lágrimas;
y cuando uno se ríe, es
porque le da la gana.
Este poema comienza con una imagen bellísima de la luna blanca reflejándose en los techos de pizarra y el trigo que, al moverse, parece moverse bajo el agua. El estribillo llama la atención por el vulgarismo de hablar de alma con un adjetivo masculino. Utiliza la paradoja magníficamente en la siguiente estrofa, luego la normalidad de los gusanos y las arañas tejedoras, eso sí, en la oscuridad, donde no pasa nada, pese a la guerra. Acaba con otra tremenda paradoja y el magnífico estribillo. Un poema que parte de la lírica popular, pero que va más allá de un simple canto.
"Por las marismas", otro poema de lenguaje y ritmo popular habla de la vida sin prisas, pese al ritmo de la vida actual.
Por las marismas de Huelva,
por las marismas,
compañerita,
que la tarde se va vacía.
por las marismas,
compañerita,
que la tarde se va vacía.
[...]
Y de la radio del auto,
por las marismas,
compañerita,
los jirones de algún fandango,
que dice "¿Pa qué las prisas,
compañerita,
pa qué las penas,
si ella sola se va la vida?"
por las marismas,
compañerita,
los jirones de algún fandango,
que dice "¿Pa qué las prisas,
compañerita,
pa qué las penas,
si ella sola se va la vida?"
Otro poema que enseña que la sencillez no está reñida con la profundidad es el poema "Lecciones maestras". Desconozco la época de la que data el poema, pero hoy en día podemos darnos cuenta de la soledad entre una muchedumbre, y de la soledad en la distancia pese a que estas se hayan supuestamente acortado con las nuevas tecnologías.
"Estábamos Valente y yo
él en su casa de Almería
yo en la mía de Barcelona.
Estábamos los dos
él hablaba yo callaba.
Era muy tarde en la noche
y Valente explicaba su soledad
(la única posible)
ante unos periodistas,
mientras yo lo veía en la tele
desde la mía."
él en su casa de Almería
yo en la mía de Barcelona.
Estábamos los dos
él hablaba yo callaba.
Era muy tarde en la noche
y Valente explicaba su soledad
(la única posible)
ante unos periodistas,
mientras yo lo veía en la tele
desde la mía."
El resto del muestrario de poemas son filosofía en verso que ir mascullando con tiempo. En algunos casos parece el texto huir del título del poema. En "Relato del amor" la clave es la duda.
[...]
¿Le has preguntado al gusano
si sabe el puesto que ocupa
en la lista del sabio?
A la araña si sabe que teje?
A la luna si sabe en qué cuarto está?
Al candil si sabe que alumbra?
Si sabe su hora el reloj?
Si su rumbo sabe a la brújula?
Pues no, no lo sé. No lo sé.
Un muerto ni sabe ni duda.
Es lo que es y ya está.
¿Cómo va la nada profunda
a saber que no es nada?
Y la última cifra
¿cómo la última va a saber ella que es?
si sabe el puesto que ocupa
en la lista del sabio?
A la araña si sabe que teje?
A la luna si sabe en qué cuarto está?
Al candil si sabe que alumbra?
Si sabe su hora el reloj?
Si su rumbo sabe a la brújula?
Pues no, no lo sé. No lo sé.
Un muerto ni sabe ni duda.
Es lo que es y ya está.
¿Cómo va la nada profunda
a saber que no es nada?
Y la última cifra
¿cómo la última va a saber ella que es?
[...]
Si el silencio oyes escucha.
No sé si he muerto.
No sé si lo estoy.
Nadie hay que presuma
saber aquí nada.
No sé. No lo sé
Mil veces en una,
No sé. No lo sé.
Y mi voz, al callar, responde segura.
No sé si he muerto.
No sé si lo estoy.
Nadie hay que presuma
saber aquí nada.
No sé. No lo sé
Mil veces en una,
No sé. No lo sé.
Y mi voz, al callar, responde segura.
Su labor filológica y poética se mezclan en un poema como "No tentar a la mala suerte". La palabra, su compañera de trabajo, de investigación, de comunicación se puede presentar como un azar y resultar díscola y hasta traidora entre la vida diaria.
[...]
escoger una palabra al azar
y dar vueltas y más vueltas
por la ciudad, junto a ella,
cogiditos de la mano,
escoger una palabra gigante,
como, por ejemplo, hermafrodita,
y pasearla junto a ti
por en medio de las multitudes desacostumbradas,
y después levantarte muy tarde
en la mañana, y que ella ya no esté,
y dar vueltas y más vueltas
por la ciudad, junto a ella,
cogiditos de la mano,
escoger una palabra gigante,
como, por ejemplo, hermafrodita,
y pasearla junto a ti
por en medio de las multitudes desacostumbradas,
y después levantarte muy tarde
en la mañana, y que ella ya no esté,
[...]
En su obra teatral "Ismena" refleja su atracción por la tradición greco-latina y filosofa y, sobre todo, duda, a la vez que escribe en esta obra. Comienzan los versos seleccionados por Jesús Mendo diciendo:
"La voz de la razón me manda:
si el mundo quieres conocer,
primero muchacho a ti mismo, conócete.
No es fácil esta tarea,
al que conoce conocer.
Cuando ya lo veo,
deja de ser aquél que ve.
Mas, ¡ea!. Sepamos quién soy,
aunque no sea yo el que lo sé".
si el mundo quieres conocer,
primero muchacho a ti mismo, conócete.
No es fácil esta tarea,
al que conoce conocer.
Cuando ya lo veo,
deja de ser aquél que ve.
Mas, ¡ea!. Sepamos quién soy,
aunque no sea yo el que lo sé".
"Conócete a ti mismo", tal como fue inscrito en la pronaos del Templo de Delfos y lema de la que parte la filosofía clásica.
Dudar para conocer: Agustín García Calvo es un autor que parte de la duda, hasta en las certezas más asumidas socialmente; él mismo da ejemplo desde su mismo nombre que parece firmar entre interrogaciones.
Sirva esta crónica y esta tertulia no como obituarios sino como merecido homenaje a alguien irrepetible.
Fotos: Ana Belén Martín y Jesús Mendo
Texto: Javier Carmona
Magnífico, como siempre, el comentario de Javier. El personaje lo merece. Como os echo de menos. Un abrazote. Tino
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