El pasado sábado 6 de octubre, Manuel Hurtado nos deleitó, en la tertulia literaria de Gallos quiebran albores, con la presentación de su poemario Ensayo de Ausencia, escrito hace años e inédito hasta este momento. Yo lo leí entonces y me dejó tan profunda conmoción que me ha resultado grato reencontrarme con él, a pesar de su estremecedor contenido, y con su autor, después de años de alejamiento por motivos profesionales.
Y es que Ensayo de Ausencia es un libro conmovedor pues, desde el comienzo de su lectura, se advierte que sus versos están escritos con el alma en la mano: Registré en el armario / azul de nuestro tiempo, / en el cajón de esplendor / de nuestros recuerdos. / […] / Y aquella primavera / ¿Dónde la hemos puesto? / ¿Dónde habitan los abrazos? / ¿Dónde los besos aquellos?
La emoción que produce su lectura se debe a que enseguida se observa que el poeta pasa por un momento muy delicado de su vida, pues tiene que asumir inesperadamente un cambio brusco en su existencia y su emoción se debate entre un ayer estable y un ahora turbulento sin que existan razones poderosas para asumirlo: Trémulas las manos lo descuelgan / y ceden al eco de una voz sangrante, / con labios de anestesiada memoria, / que, con inhóspito arrebato, inician / el derrumbe descarnado del trayecto.
Es tan hondo el lamento del poeta que enseguida el lector se hace eco de su desamparo y lo acompaña a buscar un bálsamo para su ánimo lastimado en un ayer menos triste que, emocionalmente, se sitúa en su lugar de nacimiento (A la soledad de una calle, / a la luz de una farola / temblorosa y doliente, vuelvo, / para restañar la urdimbre de los sueños),en la tienda donde trabajó cuando niño (A veces contemplo caricioso, / cuando paso por la esquina, / los remozados escaparates del comercio. / Y vienen en tropel a mi memoria / las fragancias de añejas colonias y jabones / y los desaparecidos nombres de las telas / entre los que creció mi infancia) o en la casa donde crecieron sus hijos entre las risas e ilusiones de una familia unida: Aquellas inefables voces infantiles, / aún silentes, dormitando entre sus muros / y preservadas de este viento aborrascado, / harán con su recuerdo mi compaña / en esta era de huida y desamparo. // Más presiento que sabrán aguardar / su retorno en otro tiempo venidero / y repetir así su pulso enardecido / con distintos actores y la misma sangre.
También, con el alma en un puño, el lector lo acompaña en su despedida de Mérida, el lugar donde había forjado sueños felices que, sin embargo, el destino caprichoso ha convertido ahora en una realidad dolorosa: Más, en esta coyuntura herida de silencio, / relegas de tu espacio mi presencia, / tú, que afanada forjaste en tu regazo / el encaje luminoso de mis sueños. No obstante al poeta no le duelen los bienes materiales que pierde o cede, sino el perjuicio moral y emocional que supone la ruptura de una relación de pareja, hasta unos días antes, estable: Pero… ¿Y los recuerdos? / ¿Cómo se dividen los recuerdos? / ¿Quién se queda con la ternura de esa tarde? / ¿Y con la nobleza oculta de una noche? / ¿Quién se lleva aquella luz de la mañana? / ¿Y quién con aquel beso oculto, / nacido en la oscuridad de un portal?
Por si esto no le bastara, otro hecho especialmente amargo se viene a sumar a su naufragio existencial. Un íntimo amigo ha enfermado de cáncer, se muere por momentos y el poeta, ya muy herido, se tiene que preparar para sobrevivir sin su presencia: Más, en esta orilla, / donde placentera el agua / besa incansable las arenas, / sangra mi herida quejumbrosa / aromada de tristeza e impotente, / oficiando, sin quererlo, / el ensayo de tu ausencia.
Además, su ánimo extremadamente dolido tiene que soportar otro episodio lamentable: Inma del Álamo, hija de nuestro apreciado José María del Álamo, tertuliano de Gallos y vecino del autor, muere en plena juventud y el poeta muestra su dolor en un sentido poema: “Tu partida nos deja / sin luz y sin habla, / en el pecho tristeza / y el alma … ¡abrasada!”. Por tanto, el poeta se ve obligado a sobrellevar una triple pena, imposible de calmar: ni su amigo, ni Inma ni su amor volverán: A deshoras frecuento / la calle donde habita / la herida del silencio. / Y melancólico evoco / el azogue de sus ojos, / la armonía nevosa / y ausente de su boca.
Una extraordinaria lección de fortaleza moral es la que nos da Manuel Hurtado en Ensayo de ausencia, un libro verdadero, extremadamente humano y duro ejemplo de la cruda realidad que, sin embargo, él es capaz de soportar y superar para, finalmente, quedar más fortalecido.
No es de extrañar que una palpable concentración se notara en el ambiente de la tertulia durante la sentida lectura que el autor hizo del poemario. Y es que los tertulianos presentes nos convertimos en un solo oyente ante su desamparo, porque nos infundió un profundo respeto cuando, verso a verso, poema a poema, fue exponiendo sus vivencias existenciales directamente extraídas del alma, de lo más profundo de sus ser. También nos mimetizamos con él cuando lo acompañamos en su búsqueda de una tabla de salvación a su lugar de origen para recuperar hechos de su infancia a los que asirse y no naufragar, tratando de recuperar un tiempo donde reinaba en su vida la armonía, perdida ahora. Y también, conmovidos, lo seguimos en su honda pena por todos los rincones de este ensayo de ausencias, igualmente conmovedores.
asalgueroc (8-10-12)
Fotos: Eladio Méndez.
Bueno mi deseo de poder leer este “Ensayo de ausencia” tal y como decía en el comentario que hice en el blog de Antonio Salguero (asalgueroc.blogspot.com.) Y que reproduzco más abajo, se ha cumplido antes de lo que yo esperaba, y no puedo mas, que reafirmarme en lo que dije y añadir, que las expectativas que tenía sobre el poemario no se han visto defraudadas, más bien todo lo contrario, pues después de una primera lectura coincido con lo que opina Antonio en relación a la sensibilidad con que está escrito y a lo emotivo de de su contenido.
ResponderEliminarComo siempre, mi buen amigo Antonio, con tu maestría logras que nos interesemos por lo que escribes, en este caso por un doble motivo, por la habilidad que te caracteriza la hora de exponer tu opinión sobre cualquier asunto y porqué el tema en cuestión, es por lo que puedo intuir (YA LO CONFIRMO) un buen ramillete de versos de nuestro amigo Manuel.
Después de leer este articulo, (Y EL POEMARIO) uno valora aun más lo que posee, estos versos, aunque laceran entristecen y acongojan el estado de ánimo, también logran insuflar moral y determinación por preservar lo que uno ama, espero tener pronto la oportunidad de leer este poemario.
Gracias Manuel por estos versos, gracias Antonio por hacernos participes de ellos.
Hola...felicidades a todos, por la reanudación de las tertulias y al protagonista de la entrada de hoy, le felicito.
ResponderEliminarSentimos no haber podido ir aún....tenemos en casa a una adolescente de Rusia, de un programa de intercambio del instituto de mi hija, y tenemos que atenderla adecuadamente, estar pendiente. Pero tenemos pensado ir en cuanto podamos, a haceros una visita y escucha, comentar...en fin, a pasar un rato con todos vosotros. Nuestro cordial saludo y felicides de nuevo por esta entrada tan estupenda. Esto es redactar bien y analizar bien. Y las fotos...muy buenas.