No fue, desde luego, la tertulia más numerosa, pero desde luego no la peor. Eladio, Javier, José Manuel e Isabel pasamos algo más de dos horitas con los poemas que propuse, titulándolos de gemelos.
Es verdad que no hace falta número sino palabras para que una tertulia merezca la pena. Eso lo demostramos. El mes de mayo se presta a otro tipo de eventos a las horas que celebramos nuestras tertulias por lo que desgraciadamente muchos de nuestros compañeros se pierden tertulias como estas.
Mi intención no solo fue presentar poemas que bien se parecen, bien comparten título o bien comparten tema de fondo. Decidí presentar los poemas por parejas sin nombre de autor y tan solo dar el nombre de los autores al finalizar de comentar las parejas de poemas. En ningún momento se trataba de denunciar plagios ni poner a prueba a los asistentes, sino disfrutar de los poemas desnudos de prejuicios por los nombres de los autores y recordar que hay temas en la poesía que son universales.
Para no recargar esta entrada con poemas, los nombres de autores que aparecen en distinto color (verde) son enlaces al poema correspondiente, por lo que podéis pulsar sobre ellos para leer dicho poema.
Eladio al llegar me comentó que cuando vio el tema que íbamos a tratar recordó que a veces se cruzan los versos de una manera inesperada, quizá inconscientemente el cerebro recuerda algo leído o simplemente porque, lo queramos o no, las palabras son finitas y en algunas ocasiones tienen que coincidir. Y le vino a la memoria estos dos fragmentos, el primero del gran Manuel Pacheco y el segundo de nuestro buen amigo el maestro Miguel Combarros, quienes con palabras diferentes vienen a coincidir en una misma imagen.
Para no recargar esta entrada con poemas, los nombres de autores que aparecen en distinto color (verde) son enlaces al poema correspondiente, por lo que podéis pulsar sobre ellos para leer dicho poema.
Eladio al llegar me comentó que cuando vio el tema que íbamos a tratar recordó que a veces se cruzan los versos de una manera inesperada, quizá inconscientemente el cerebro recuerda algo leído o simplemente porque, lo queramos o no, las palabras son finitas y en algunas ocasiones tienen que coincidir. Y le vino a la memoria estos dos fragmentos, el primero del gran Manuel Pacheco y el segundo de nuestro buen amigo el maestro Miguel Combarros, quienes con palabras diferentes vienen a coincidir en una misma imagen.
PARA ENCENDER LA PAZ.
Amor, enciende la paz.
No engendres nada.
Al hijo del alba tuya
lo harán soldado mañana.
M. Pacheco.
MUJER DE ÉBANO Y LLANTO
...Tú llevas en tu vientre
el porvenir de África.
¿No ves cómo te alquilan
a un macho que te engendre
vida para la muerte?...
M. Combarros.
Comenzamos leyendo dos sonetos inspirados en un mismo episodio de la mitología clásica, la fábula de Apolo y Dafne en los versos de Quevedo y Garcilaso de la Vega (haciendo click en los respectivos nombres podréis leer los poemas). El uno, más rebuscado y barroco, el otro más clásico y más limpio, el primero con un afán burlesco y el segundo con un afán de belleza.
Después nos fuimos al tema de la adolescencia y observamos las distintas ópticas de Vicente Aleixandre y de Juan Ramón Jiménez. Leedlos sin prejuicios y tratad de adivinar de quién es cada uno. El uno evocador y nostálgico, el otro, el recuerdo de un momento adolescente.
ADOLESCENCIA
Vinieras y te fueras dulcemente,
de otro camino
a otro camino. Verte,
y ya otra vez no verte.
Pasar por un puente a otro puente.
-El pie breve,
la luz vencida alegre-.
Muchacho que sería yo mirando
aguas abajo la corriente,
y en el espejo tu pasaje
fluir, desvanecerse.
ADOLESCENCIA
En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos.
Desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios.
-El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño.-
Le dije que iba a besarla;
bajó, serena, los ojos
y me ofreció sus mejillas,
como quien pierde un tesoro.
-Caían las hojas muertas,
en el jardín silencioso,
y en el aire erraba aún
un perfume de heliotropos.-
No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
...y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos.
Después tratamos el tema del sueño reflejado en dos poemas de Antonio Machado y Emilio Prados y la figura del hombre y Dios en los poemas de Dámaso Alonso y Miguel de Unamuno, dos poemas de calado y para leer despacio. Dos poemas que parten de una premisa distinta, pero que llegan a la conclusión de que Dios necesita al hombre para existir.
Luego leímos dos pequeños poemas, en realidad un poema y un fragmento. Dos poetas malagueños, Prados y Altolaguirre. Entre los tertulianos triunfaron los versos de Altolaguirre. ¿Y a ti, cuál de los dos te gusta?
LAS BARCAS. PLAYA
Las barcas de dos en dos,
como sandalias del viento
puestas a secar al sol
Yo y mi sombra, ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro abierto.
[...] (fragmento)
MEDIA NOCHE
Duerme la calma en el puerto
bajo su colcha de laca,
mientras la luna en el cielo
clava sus anclas doradas.
¡Corazón
rema!
Pensé en acabar mi exposición con el tema de la poesía sobre la poesía, pero luego encontré tiempo y motivos para seguir buscando, por lo que no fue lo último y en este caso, más que gemelos, fueron quintillizos. Leímos a Pedro Salinas a José Ángel Valente, con dos maneras distintas de explicar la inspiración, primero más clásico, con más afán de explicación, el segundo, con más sugerencia, quizá más lírico y con menos palabras, Y luego llegó el turno de los micropoemas sobre la poesía con estos tres versos de Roque Dalton, titulado ARTE POÉTICA 1974:
Poesía.
Perdóname por haberte ayudado a comprender
que no estás hecha solo de palabras.
o estos dos de Ángel González, POÉTICA Nº 4, con un toque de su gracia habitual
Poesía eres tú,
dijo un poeta
-y esa vez era cierto-
mirando el diccionario de la Lengua.
POÉTICA (a la que intento a veces aplicarme) , aquella poética de la que tanto hablamos y que nos cuesta muchas veces aplicarnos. Leed despacio especialmente el último tramo.
Como digo continué en mi búsqueda de poemas gemelos y recordé a Garcilaso, pero no como poeta, sino como difunto homenajeado. Aquí lo curioso era ver cómo con varios siglos de diferencia se homenajea a la misma persona Góngora y Rafael Alberti. Fijaos cómo la estética no es tan distinta pese a que visualmente los poemas no son similares. No tenemos que olvidarnos que el movimiento poético del 27 se gestó entorno a la figura de Góngora.
Y siguiendo con Alberti me planteé el asombro que causó la máguina nueva, la fascinación del nuevo objeto a los poetas de comienzo del Siglo XX. El futurismo también nos visitó en España. Alberti y un sorprendente Pedro Salinas, cantaron al tranvía y a la luz eléctrica. He de confesar que busqué poemas actuales al ordenador o a internet, pero no encontré nada que mereciera la pena comparar con estas dos maravillas que a continuación os reproduzco. Adivinad de quién es cada uno:
Adonde el viento, impávido, subleva
torres de luz contra la sangre mía,
tú, billete, flor nueva,
cortada en los balcones del tranvía.
Huyes, directa, rectamente liso,
en tu pétalo un nombre y un encuentro
latentes, a ese centro
cerrado y por cortar del compromiso.
Y no arde en ti la rosa, ni en ti priva
el finado clavel, si la violeta
contemporánea, viva,
del libro que viaja en la chaqueta.
* * * * *
35 BUJÍAS
Sí. Cuando quiera yo
la soltaré. Está presa,
aquí arriba, invisible.
Yo la veo en su claro
castillo de cristal, y la vigilan
—cien mil lanzas— los rayos
—cien mil rayos— del sol. Pero de noche,
cerradas las ventanas
para que no la vean
—guiñadoras espías— las estrellas,
la soltaré. (Apretar un botón.)
Caerá toda de arriba
a besarme, a envolverme
de bendición, de claro, de amor, pura.
En el cuarto ella y yo no más, amantes
eternos, ella mi iluminadora
musa dócil en contra
de secretos en masa de la noche
—afuera—
descifraremos formas leves, signos,
perseguidos en mares de blancura
por mí, por ella, artificial princesa,
amada eléctrica.
Y para finalizar, quise hacer justicia, no con un poeta, sino con un poema. Todos conocemos (algunos de memoria) el famoso Romance del Duero, pero lo que muchos no conocen es que Gerardo Diego, además de escribir su poema más famoso también escribió un Romance del Júcar de una belleza diría que equivalente, fijaros cómo habla de los álamos. Os lo reproduzco completo:
ROMANCE DEL JÚCAR
A mi primo Rosendo
Agua verde, verde, verde,
agua encantada del Júcar,
verde del pinar serrano
que casi te vio en la cuna
—bosques de san sebastianes
en la serranía oscura,
que por el costado herido
resinas de oro rezuman—;
verde de corpiños verdes,
ojos verdes, verdes lunas,
de las colmenas, palacios
menores de la dulzura,
y verde —rubor temprano
que te asoma a las espumas—
de soñar, soñar —tan niña—
con mediterráneas nupcias.
Álamos, y cuántos álamos
se suicidan por tu culpa,
rompiendo cristales verdes
de tu verde, verde urna.
Cuenca, toda de plata,
quiere en ti verse desnuda,
y se estira, de puntillas,
sobre sus treinta columnas.
No pienses tanto en tus bodas,
no pienses, agua del Júcar,
que de tan verde te añilas,
te amoratas y te azulas.
No te pintes ya tan pronto
colores que no son tuyas.
Tus labios sabrán a sal,
tus pechos sabrán a azúcar
cuando de tan verde, verde,
¿dónde corpiños y lunas,
pinos, álamos y torres
y sueños del alto Júcar?
Y esta fue la tertulia. Algo más de dos horas compartiendo impresiones sin juicios previos y sin más ruido que el de los versos que leímos. Me mereció la pena venir desde Don Benito para compartir con estos tres amigos un trabajo de búsqueda y lectura de poesía leída desnuda de nombres que prometo repetir con otro motivo. Este ya no, claro. Otro. Si así lo deseáis. Disfrutad de la poesía.
Texto: Javier Carmona
Fotografía de la tertulia: Eladio Méndez
LAS BARCAS. PLAYA
Las barcas de dos en dos,
como sandalias del viento
puestas a secar al sol
Yo y mi sombra, ángulo recto.
Yo y mi sombra, libro abierto.
[...] (fragmento)
MEDIA NOCHE
Duerme la calma en el puerto
bajo su colcha de laca,
mientras la luna en el cielo
clava sus anclas doradas.
¡Corazón
rema!
Pensé en acabar mi exposición con el tema de la poesía sobre la poesía, pero luego encontré tiempo y motivos para seguir buscando, por lo que no fue lo último y en este caso, más que gemelos, fueron quintillizos. Leímos a Pedro Salinas a José Ángel Valente, con dos maneras distintas de explicar la inspiración, primero más clásico, con más afán de explicación, el segundo, con más sugerencia, quizá más lírico y con menos palabras, Y luego llegó el turno de los micropoemas sobre la poesía con estos tres versos de Roque Dalton, titulado ARTE POÉTICA 1974:
Poesía.
Perdóname por haberte ayudado a comprender
que no estás hecha solo de palabras.
o estos dos de Ángel González, POÉTICA Nº 4, con un toque de su gracia habitual
Poesía eres tú,
dijo un poeta
-y esa vez era cierto-
mirando el diccionario de la Lengua.
POÉTICA (a la que intento a veces aplicarme) , aquella poética de la que tanto hablamos y que nos cuesta muchas veces aplicarnos. Leed despacio especialmente el último tramo.
Como digo continué en mi búsqueda de poemas gemelos y recordé a Garcilaso, pero no como poeta, sino como difunto homenajeado. Aquí lo curioso era ver cómo con varios siglos de diferencia se homenajea a la misma persona Góngora y Rafael Alberti. Fijaos cómo la estética no es tan distinta pese a que visualmente los poemas no son similares. No tenemos que olvidarnos que el movimiento poético del 27 se gestó entorno a la figura de Góngora.
Y siguiendo con Alberti me planteé el asombro que causó la máguina nueva, la fascinación del nuevo objeto a los poetas de comienzo del Siglo XX. El futurismo también nos visitó en España. Alberti y un sorprendente Pedro Salinas, cantaron al tranvía y a la luz eléctrica. He de confesar que busqué poemas actuales al ordenador o a internet, pero no encontré nada que mereciera la pena comparar con estas dos maravillas que a continuación os reproduzco. Adivinad de quién es cada uno:
Adonde el viento, impávido, subleva
torres de luz contra la sangre mía,
tú, billete, flor nueva,
cortada en los balcones del tranvía.
Huyes, directa, rectamente liso,
en tu pétalo un nombre y un encuentro
latentes, a ese centro
cerrado y por cortar del compromiso.
Y no arde en ti la rosa, ni en ti priva
el finado clavel, si la violeta
contemporánea, viva,
del libro que viaja en la chaqueta.
* * * * *
35 BUJÍAS
Sí. Cuando quiera yo
la soltaré. Está presa,
aquí arriba, invisible.
Yo la veo en su claro
castillo de cristal, y la vigilan
—cien mil lanzas— los rayos
—cien mil rayos— del sol. Pero de noche,
cerradas las ventanas
para que no la vean
—guiñadoras espías— las estrellas,
la soltaré. (Apretar un botón.)
Caerá toda de arriba
a besarme, a envolverme
de bendición, de claro, de amor, pura.
En el cuarto ella y yo no más, amantes
eternos, ella mi iluminadora
musa dócil en contra
de secretos en masa de la noche
—afuera—
descifraremos formas leves, signos,
perseguidos en mares de blancura
por mí, por ella, artificial princesa,
amada eléctrica.
Y para finalizar, quise hacer justicia, no con un poeta, sino con un poema. Todos conocemos (algunos de memoria) el famoso Romance del Duero, pero lo que muchos no conocen es que Gerardo Diego, además de escribir su poema más famoso también escribió un Romance del Júcar de una belleza diría que equivalente, fijaros cómo habla de los álamos. Os lo reproduzco completo:
ROMANCE DEL JÚCAR
A mi primo Rosendo
Agua verde, verde, verde,
agua encantada del Júcar,
verde del pinar serrano
que casi te vio en la cuna
—bosques de san sebastianes
en la serranía oscura,
que por el costado herido
resinas de oro rezuman—;
verde de corpiños verdes,
ojos verdes, verdes lunas,
de las colmenas, palacios
menores de la dulzura,
y verde —rubor temprano
que te asoma a las espumas—
de soñar, soñar —tan niña—
con mediterráneas nupcias.
Álamos, y cuántos álamos
se suicidan por tu culpa,
rompiendo cristales verdes
de tu verde, verde urna.
Cuenca, toda de plata,
quiere en ti verse desnuda,
y se estira, de puntillas,
sobre sus treinta columnas.
No pienses tanto en tus bodas,
no pienses, agua del Júcar,
que de tan verde te añilas,
te amoratas y te azulas.
No te pintes ya tan pronto
colores que no son tuyas.
Tus labios sabrán a sal,
tus pechos sabrán a azúcar
cuando de tan verde, verde,
¿dónde corpiños y lunas,
pinos, álamos y torres
y sueños del alto Júcar?
Y esta fue la tertulia. Algo más de dos horas compartiendo impresiones sin juicios previos y sin más ruido que el de los versos que leímos. Me mereció la pena venir desde Don Benito para compartir con estos tres amigos un trabajo de búsqueda y lectura de poesía leída desnuda de nombres que prometo repetir con otro motivo. Este ya no, claro. Otro. Si así lo deseáis. Disfrutad de la poesía.
Texto: Javier Carmona
Fotografía de la tertulia: Eladio Méndez
Sentimos mucho no poder estar...seguro que hubiéramos estado tan a gusto como siempre. Un abrazo.
ResponderEliminarEnhorabuena. Creo que estas tertulias son las mejores. Se va a lo esencial sin perderse en florituras. Siento, como siempre, estar lejos ocupado y no poder asistir como me gustaría. Un abrazote para todos
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