Nacido en Maceió en el estado de Alagoas en Brasil en 1924, cerca del mar. De su infancia cuenta que pese a que su padre abogado tenía una amplia biblioteca no tenía un solo libro de literatura, y no existía un ambiente literario en su casa. Un día descubrió la biblioteca de su ciudad e hizo de ella su segunda (incluso primera) casa, pero sobre todo, le valió para abrirle los ojos hacia lo que había más allá de Brasil. Contaba que escribía desde los 14 cuando intentaba imitar a los clásicos españoles (Quevedo y Góngora) y los relatos de los clásicos ingleses (Stevenson, Conrad) y franceses (Hugo, Verlaine). Desde entonces, ...
hablamos de una trayectoria literaria de más de 70 años activos hasta el último día de su vida.
A los 20 consiguió publicar su primera obra As imaginações, una reacción contra la
moda ya gastada del vanguardismo modernista, paradójicamente utilizando metros
tradicionales como el soneto o la oda. Esta obra resultó la señal de partida de
una Generación del 45 que renovaría, al modo de la Generación del 27 en España,
la literatura, volviendo a los metros tradicionales. A partir de ahí, en
palabras suyas, su obra fue evolucionando y cambiando “la piel como la de una cobra, siendo el mismo en el interior, diciendo
lo mismo con distintas palabras y distintos colores”.
Ha sido académico de la lengua portuguesa,
una lengua que ha manejado como pocos; diría en una ocasión: “Dios no perdonará a los que escriban mal
-los que, en la Tierra, ofendieron al Lenguaje” pero que, contradiciendo a
grandes nombres de la lusofonía como Pessoa -“mi patria es mi lengua”, decía Pessoa-, creía que “la lengua no es ninguna patria” sino un
instrumento inigualable para la expresión humana. De igual forma, desmitifica
la inspiración como creadora de la poesía, dice que “la poesía no es inspiración sino expiración, porque va desde el
interior hacia afuera”.
Pese a que gran parte de su poesía es
elegíaca, y la muerte está bastante presente, Ivo tenía una personalidad muy
optimista; a la pregunta de qué es lo que ve nada más abrir la ventana cada
mañana, responde que ve “un mundo lleno
de cosas que pueden convertirse en poema”. Su amplísima obra incluye nada
menos que 27 libros de poemas, 15 antologías, 10 entre novela y cuento, 17 de
ensayo y crónica dada su faceta de periodista, 4 de literatura infantil y 2
autobiografías. Contamos en España con apenas cinco obras traducidas, destacando
entre ellas la antología La aldea de sal en
edición de Juan Carlos Mestre.
El 23 de diciembre de 2012 falleció en
Sevilla. Se encontraba en España, junto con algunos miembros de su familia,
como parte de un “viaje sentimental” (hacía menos de un año que estuvo también
en nuestro país como parte de su activa vida cultural). Su hijo Gonçalo se
expresó así: “Él sabía que el fin estaba
próximo y quería ver a algunos amigos en Madrid como Juan Carlos Mestre y
Martín López-Vega. También quería pisar las tierras de Góngora y de Quevedo;
siempre tuvo una gran ligazón con España. Ayer estuvo en la Catedral varias
horas: estaba feliz y contento. Quedó deslumbrado con el Alcázar y, al pasear
por sus jardines, exclamó: ‘¡Entonces existe el paraíso; esto es el paraíso!’”
Desconozco cuál es su epitafio, pero un buen amigo
suyo, el poeta João Cabral, aunque muy diferente en estilos según reconocía, le
había escrito un falso epitafio, reconociendo su maestría con las palabras y su
continua locuacidad:
“Aqui repousa
Livre de
todas as palabras
Lêdo Ivo,
Poeta
E em silêncio,
o silêncio de quando as hélices param no ar “.
ENTREVISTAS Y ARTÍCULOS DE Y SOBRE LÊDO IVO EN INTERNET:
- Entrevista en el Diario Público durante su última visita literaria a España:
- Enlace de una entrevista en Méjico para enmarcar. Un ejemplo de cómo hablar con sencillez sobre el pensamiento poético:
- Magnífico artículo crítico sobre su obra poética:
- Para oírlo recitar en portugués brasileiro:
- Corta, pero bonita entrevista con su principal traductor y crítico en España el poeta Juan Carlos Mestre.
- Magnífico artículo de otro de sus traductores, el venezolano José Carlos Nóbrega. “Lêdo Ivo y la poesía del decir”
He aquí la selección de poemas que preparé para comentar durante la tertulia. Leímos los primeros poemas en portugués para tratar de apreciar mejor el ritmo del soneto. El resto los leímos directamente traducidos por el hecho de limitar el tiempo de lectura. Todos los textos han sido traducidos por mí, excepto Los Caracoles. En estos poemas se puede apreciar su evolución de la poesía clásica a la poesía libre, su angustia por la inmovilidad de la vida y la falta de respuestas. También llama la atención el uso de animales y el mar, tan cerca de Maceió que resulta también una puerta de salida al mundo. Es de destacar el poema Justificación del poeta en la que explica a su padre el porqué de ser poeta.
SONETO DE ABRIL
Ahora
que es abril, y el mar se ausenta,
Secándose
en sí mismo como un llanto,
Veo
que el amor que te dedico aumenta
Siguiendo
la senda a mi propio asombro.
En
mí (ser), tu espíritu presenta
Todas
la sugestión de un dulce encanto
Que
en mi fuente no se desedienta
Por
no ser fuente d’gua, sino de canto
Ahora
que es abril, y van a morir
Las
hermosas canciones de los otros meses,
Así
te quiero, aunque te escondas:
Amarte
una sola vez todas las veces
En
que soy carne y gesto, y fenecer
Como
una voz llamada por las olas.
|
Agora que é abril,
e o mar se ausenta,
secando-se em si
mesmo como um pranto,
vejo que o amor
que te dedico aumenta
seguindo a trilha
de meu próprio espanto.
Em mim, o teu
espírito apresenta
todas as sugestões
de um doce encanto
que em minha fonte
não se dessedenta
por não ser fonte
d'água, mas de canto.
Agora que é abril,
e vão morrer
as formosas
canções dos outros meses,
assim te quero,
mesmo que te escondas:
amar-te uma só vez
todas as vezes
em que sou carne e
gesto, e fenecer
como uma voz
chamada pelas ondas.
AS ILUMINAÇÕES
Me
desplomo en ti como una bandada de pájaros.
Y
todo es amor, es magia, es cábala.
Tu
cuerpo es bello como la luz de la tierra
en
la división perfecta del equinoccio.
Suma
del cielo gastado entre dos hangares,
eres
la altura de todo y serpenteas
en
el fabuloso suelo esponsal.
La
noche cambia al día porque existes,
femenina
y total entre mis brazos,
como
dos mundos gemelos en un solo astro.
|
Desabo em ti como
um bando de pássaros.
E tudo é amor, é
magia, é cabala.
Teu corpo é belo
como a luz da terra
na divisão
perfeita do equinócio.
Soma do céu gasto
entre dois hangares,
és a altura de
tudo e serpenteias
no fabuloso chão
esponsálício.
Muda-se a noite em
dia porque existes,
feminina e total
entre os meus braços,
como dois mundos
gêmeos num só astro.
LA CORUJA BLANCA
Em
minha casa entre as árvores ouço o rumor da noite.
O
vento escorraça os astros crepitantes
As
montanhas descem em direcção ao mar como rebanhos
que
não tivessem esperado a licença da aurora para a
migração
necessária.]
E
a erva cresce. E a água corre. E o mundo recomeça
como
uma palavra interrompida. E as nuvens caem do céu
e
rastejam no caminho danificado pelas chuvas de janeiro.
Um
pio atravessa a folhagem murmurante.
A
coruja branca, minha irmã sedentária,
vigia
na escuridão o mundo abandonado
por
tantas pálpebras fechadas.
|
En mi casa entre
los árboles oigo un rumor en la noche.
El viento empuja a
los astros crepitantes
Las montañas descienden
en dirección al mar como rebaños
que no hubieran
esperado la licencia de la aurora para la
migración
necesaria.]
Y la hierba crece.
Y el agua corre. Y el mundo recomienza
como una palabra
interrumpida. Y las nubes caen del cielo
y se arrastran en
el camino dañado por las lluvias de enero.
Un piar atraviesa
el follaje murmurante.
La coruja blanca,
mi hermana sedentaria,
vigía en la
oscuridad el mundo abandonado
por tantos
párpados cerrados.
EL RUIDO DEL
MAR
La tarde de domingo vuelvo al cementerio
viejo de Maceió
donde mis muertos no acaban morir
de sus muertes tuberculosas y cancerígenas
que atraviesan la maresía y las constelaciones
con sus toses y gemidos e imprecaciones
y esputos oscuros
y en silencio les animo a volver a esta vida
en la que vivían lentamente desde la infancia
con la amargura de los días largos pegados a sus existencias monótonas
y el miedo de morir de los que asisten al caer de la tarde
mientras, tras la lluvia, las hormigas voladoras se dejan caer
en el suelo maternal de Alagoas incapaces de volar más.
Les digo a mis muertos: Levantaos, volved a este día inacabado
que precisa de vosotros, de vuestra tos persistente y los gestos de enfado
y de los pasos en las retorcidas calles de Maceió. Vuelvan a los
sueños insípidos
y a las ventanas abiertas sobre el bochorno.
La tarde de domingo, entre los mausoleos
que parecen suspendidos por el viento
en el aire azul
el silencio de los muertos me dice que no volverán nunca.
De nada sirve llamarles. En el lugar en el que están no existe el retorno.
Tan sólo nombres en lápidas. Tan sólo nombres. Y el ruido del mar.
donde mis muertos no acaban morir
de sus muertes tuberculosas y cancerígenas
que atraviesan la maresía y las constelaciones
con sus toses y gemidos e imprecaciones
y esputos oscuros
y en silencio les animo a volver a esta vida
en la que vivían lentamente desde la infancia
con la amargura de los días largos pegados a sus existencias monótonas
y el miedo de morir de los que asisten al caer de la tarde
mientras, tras la lluvia, las hormigas voladoras se dejan caer
en el suelo maternal de Alagoas incapaces de volar más.
Les digo a mis muertos: Levantaos, volved a este día inacabado
que precisa de vosotros, de vuestra tos persistente y los gestos de enfado
y de los pasos en las retorcidas calles de Maceió. Vuelvan a los
sueños insípidos
y a las ventanas abiertas sobre el bochorno.
La tarde de domingo, entre los mausoleos
que parecen suspendidos por el viento
en el aire azul
el silencio de los muertos me dice que no volverán nunca.
De nada sirve llamarles. En el lugar en el que están no existe el retorno.
Tan sólo nombres en lápidas. Tan sólo nombres. Y el ruido del mar.
LOS
CARACOLES
Sólo para Dios se abren los
caracoles
que encontramos inmóviles sobre la
hierba
Nos postramos ante ellos y
suplicamos:
¡Hablen! Confíennos ahora el gran
misterio.
Explíquennos el secreto de esta
jornada
y de este silencio que tanto nos
perturba.
Sólo los caracoles conocen la causa
primigenia
y saben el origen de todo, desde la
gran explosión
que creó el universo y aún nos
aturde.
Por más que preguntemos ellos nada
nos dicen.
Pasan el día quietos en la hierba y
ni siquiera nos contemplan.
(Traducción del poeta
venezolano José Carlos de Nóbrega)
MI PATRIA
Mi patria no es la lengua portuguesa.
Ninguna lengua es patria.
Mi patria es la tierra blanda y pegadiza en la que nací
y el viento que sopla siempre en Maceió.
Son los cangrejos que corren por el fango de los manglares
y el océano cuyas olas siguen mojando mis pies mientras sueño.
Mi patria son los murciélagos colgados del techo de las iglesias carcomidas,
los locos que al atardecer bailan en el hospicio junto al mar
y el cielo encurvado por las constelaciones.
Mi patria es el silbido de los navíos
y el faro en lo alto de la colina.
Mi patria es la mano del mendigo en la mañana radiante.
Son los astilleros oxidados
y los cementerios marinos donde mis ancestros tuberculosos y palúdicos
no cesan de toser y temblar en las noches frías
y el olor a azúcar de los almacenes del puerto
y las lisas que se debaten en las redes de los pescadores
y las ristras de cebollas enrolladas en la tiniebla
y la lluvia que cae sobre las trampas para peces.
La lengua de la que me sirvo no fue ni será nunca mi patria.
Ninguna engañosa lengua puedes ser una patria.
La lengua sirve apenas para que celebre mi grande y pobre patria muda,
mi patria disentérica y desdentada, sin gramática y sin diccionario,
mi patria sin lengua y sin palabras.
Mi patria no es la lengua portuguesa.
Ninguna lengua es patria.
Mi patria es la tierra blanda y pegadiza en la que nací
y el viento que sopla siempre en Maceió.
Son los cangrejos que corren por el fango de los manglares
y el océano cuyas olas siguen mojando mis pies mientras sueño.
Mi patria son los murciélagos colgados del techo de las iglesias carcomidas,
los locos que al atardecer bailan en el hospicio junto al mar
y el cielo encurvado por las constelaciones.
Mi patria es el silbido de los navíos
y el faro en lo alto de la colina.
Mi patria es la mano del mendigo en la mañana radiante.
Son los astilleros oxidados
y los cementerios marinos donde mis ancestros tuberculosos y palúdicos
no cesan de toser y temblar en las noches frías
y el olor a azúcar de los almacenes del puerto
y las lisas que se debaten en las redes de los pescadores
y las ristras de cebollas enrolladas en la tiniebla
y la lluvia que cae sobre las trampas para peces.
La lengua de la que me sirvo no fue ni será nunca mi patria.
Ninguna engañosa lengua puedes ser una patria.
La lengua sirve apenas para que celebre mi grande y pobre patria muda,
mi patria disentérica y desdentada, sin gramática y sin diccionario,
mi patria sin lengua y sin palabras.
JUSTIFICACIÓN
DEL POETA
Padre, mis pensamientos no caben en tu sala con
piano
tranquilo a un lado y oscuras sillas vacías cerca de la ventana
mis inquietos pensamientos no caben en la salita con flores
muriendo en los jarrones y paisajes sonriendo en las molduras
deja que ellos se muevan más allá de las cortinas azules y caminen
mucho más allá de las ventanas abiertas
deja que se mezclen con el calmo resplandor de la luna
no te preocupe si los demás se espantan con tu hijo de ojos vivos
y cabellos siempre desaliñados
no te preocupes si recito poemas cuando la noche cae
el tiempo no existe en el alma del poeta
todo es universal y abarca todos los tiempos
los poetas, papá, son los corazones del mundo
son las manos de Dios escribiendo los poemas del mundo inseguro
no importa, papá, que digan que estoy loco
que lloro recargado en los puentes y me conmuevo en los teatros
que pregunto por la oscura Adriana cuando la madrugada baja
en silencio
en silencio
los poetas son los pianos del mundo
sólo ellos permanecerán inalterables delante de las musas y de Dios
sólo ellos tendrán la noción de la agonía del mundo
ayer un niño español fue despedazado por una bomba
mañana se encontrarán poemas en el bolsillo del suicida soñador
mientras tanto las grúas trabajan incansablemente día y noche
y los obreros fatigan sus brazos y sus piernas
ninguna oscilación habrá en la Poesía
ella quedará en equilibrio porque los ritmos la amparan
y Adriana no se prostituye.
tranquilo a un lado y oscuras sillas vacías cerca de la ventana
mis inquietos pensamientos no caben en la salita con flores
muriendo en los jarrones y paisajes sonriendo en las molduras
deja que ellos se muevan más allá de las cortinas azules y caminen
mucho más allá de las ventanas abiertas
deja que se mezclen con el calmo resplandor de la luna
no te preocupe si los demás se espantan con tu hijo de ojos vivos
y cabellos siempre desaliñados
no te preocupes si recito poemas cuando la noche cae
el tiempo no existe en el alma del poeta
todo es universal y abarca todos los tiempos
los poetas, papá, son los corazones del mundo
son las manos de Dios escribiendo los poemas del mundo inseguro
no importa, papá, que digan que estoy loco
que lloro recargado en los puentes y me conmuevo en los teatros
que pregunto por la oscura Adriana cuando la madrugada baja
en silencio
en silencio
los poetas son los pianos del mundo
sólo ellos permanecerán inalterables delante de las musas y de Dios
sólo ellos tendrán la noción de la agonía del mundo
ayer un niño español fue despedazado por una bomba
mañana se encontrarán poemas en el bolsillo del suicida soñador
mientras tanto las grúas trabajan incansablemente día y noche
y los obreros fatigan sus brazos y sus piernas
ninguna oscilación habrá en la Poesía
ella quedará en equilibrio porque los ritmos la amparan
y Adriana no se prostituye.
Soy una elección. Soy una revolución.
LA NIEVE Y EL AMOR
En este día de calor ardiente estoy esperando la
nieve.
Siempre estuve esperándola.
De pequeño, leí Recuerdos de la casa muerta*
y vi la nieve caer en la estepa siberiana
y el abrigo roto de Fédor Dostoievski.
Amo la nieve porque ella no separa el día de la noche
ni aleja el cielo de los dolores de la tierra.
Une lo que está separado:
los pasos de los hombres condenados al hielo oscurecido
y los suspiros de amor que se pierden en el aire.
Es necesario tener un oído muy afinado
para oír la música de la nieve cayendo, algo casi silencioso
como el movimiento de las alas de un ángel, si es que existen,
o el estertor de un pájaro.
No se debe esperar la nieve como se espera el amor.
Son cosas diferentes. Basta abrir los ojos para ver la nieve
caer en el campo desolado. Y así cae sobre nosotros, la nieve blanca y fría
que no quema como el fuego del amor.
Para ver el amor no bastan nuestros ojos,
ni los oídos, ni la boca, ni siquiera nuestros corazones
que laten en la oscuridad con el mismo rumor
de la nieve cayendo en las estepas
y en los tejados de las cabañas oscuras
y en el abrigo roto de Fédor Dostoievski.
Para ver el amor, nada basta. Y tanto el frío del invierno como el calor hirviente
lo alejan de nosotros, de nuestros brazos abiertos
y de nuestros corazones atormentados.
Fiel a mi infancia, prefiero ver la nieve
que une el cielo y la tierra, la noche y el día,
a ser la presa indefensa del amor,
el amor que no es blanco ni puro ni frío como la nieve.
Siempre estuve esperándola.
De pequeño, leí Recuerdos de la casa muerta*
y vi la nieve caer en la estepa siberiana
y el abrigo roto de Fédor Dostoievski.
Amo la nieve porque ella no separa el día de la noche
ni aleja el cielo de los dolores de la tierra.
Une lo que está separado:
los pasos de los hombres condenados al hielo oscurecido
y los suspiros de amor que se pierden en el aire.
Es necesario tener un oído muy afinado
para oír la música de la nieve cayendo, algo casi silencioso
como el movimiento de las alas de un ángel, si es que existen,
o el estertor de un pájaro.
No se debe esperar la nieve como se espera el amor.
Son cosas diferentes. Basta abrir los ojos para ver la nieve
caer en el campo desolado. Y así cae sobre nosotros, la nieve blanca y fría
que no quema como el fuego del amor.
Para ver el amor no bastan nuestros ojos,
ni los oídos, ni la boca, ni siquiera nuestros corazones
que laten en la oscuridad con el mismo rumor
de la nieve cayendo en las estepas
y en los tejados de las cabañas oscuras
y en el abrigo roto de Fédor Dostoievski.
Para ver el amor, nada basta. Y tanto el frío del invierno como el calor hirviente
lo alejan de nosotros, de nuestros brazos abiertos
y de nuestros corazones atormentados.
Fiel a mi infancia, prefiero ver la nieve
que une el cielo y la tierra, la noche y el día,
a ser la presa indefensa del amor,
el amor que no es blanco ni puro ni frío como la nieve.
* Obra de Fédor Dostoievski
SELECCIÓN DE
FRANCISCO JAVIER CARMONA CAMARERO
PARA GALLOS QUIEBRAN ALBORES
MÉRIDA, 16 DE MARZO DE 2013
Interesantes pistas que quedan para ser tomadas y así descubrir bellas palabras y versos.
ResponderEliminarSaludos almendrados ;)