Quien no haya emborronado cuadernos juveniles con estos versos no debiera nombrarse poeta, tampoco podría hacerlo el carpintero con su aprendizaje de clavos doblados, o el ceramista cuando su primer barro seguía siendo barro y no arte.
Si el miedo al abismo del tiempo no la convence en dejarlo y dedicarse a otras cosas más rutinarias y actuales, siempre aspirará Ana Belén a dejarnos a todos como testigos de su ilusión, espero que no rota, y de la incipiente espera que ha de moldear su poesía con el paso tranquilo que ha de marcar su evolución y la valiosa fragua que nació para creer que cuantos hacemos algo llamado poesía tiene el valor importante de seguir esculpiéndose en otras voces y en otros rostros que ahora fluyen en hormonas presas del fulgor romántico de la juventud.
Aunque fuera solo por intentarlo.
Aunque respetemos el flujo de ese valiente huir con que la vida se apropia del conocimiento futuro no daríamos nunca fe de sutímido canto que despierta en el alba de los ilusionados luchadores que hacen frente al dominó de las palabras si como perezosos idólatras, que somos al fin y al cabo, no nos apropiásemos de valiosas antorchas con las que la guiásemos hasta el amanecer.
Precisamente es eso cuanto hacemos de provecho para Ana Belén en cada tertulia de esta Asociación, unos más que otros he de reconocerlo, con su importante dicha, con el tremendo alba que la espera cada mañana, despertarla y fundir esa temeridad con la que, en su vida, hace frente a las irregularidades del destino, o a las taras de esta sociedad.
Sin ella, como de las nacientes ilusiones que la arropan, no hay futuro, y el futuro, que lo ha de haber de esta poesía hecha en Gallos, ha de usarse con las armas antiguas. Libritos que ella lleva de sus queridos maestros.
Con ella vive eso llamado Poesía.
LA NECESIDAD FLORAL
Cayendo
está
la luna,
en el alba fresco
de la montaña
de mis sueños,
busco entre las mantas
de las amapolas
y los claveles
una rosa viva
en la juventud
de la primavera.
No hay en este suelo
ni una sola margarita
que no sepa cantar
al alba del poeta,
para que yo,
ave madrugadora,
vuelva cada mañana
a vivir en la flor
de la vida.
Pero…
¿qué es
lo que quieren
las flores
a excepción
de la pureza?
(deCuaderno de las oportunas esperanzas, 2011)
Nota final.
A este testigo inoportuno no le hagáis caso, tan solo se conmueve diariamente al ver a este espíritu rebelde, llamado Ana Belén, en el que crece y perfecciona su ceño poético. Haced caso a estas otras palabras. En ella se ve siempre reflejado algo muy hermoso.
“- Lo que yo sé es esto, nada más – dijo Franny –. Que si eres poeta, haces algo hermoso. Quiero decir que dejas algo hermoso cuando terminas la página o lo que sea. Esos de los que tú hablas no dejan ni una sola cosa hermosa. Lo único que hacen, tal vez, los que son ligeramente mejores, es meterse en tu cabeza y dejar algo allí, pero el que lo hagan, el que sepan dejar algo, no significa que sea un poema, ¡no, por Dios! Puede ser simplemente una especie de excrementos terriblemente fascinantes y sintácticos, y perdona la expresión. Como pasa con Manlius y Espósito y todos esos
pobres hombres.
Lane se tomó tiempo para encender un cigarro antes de decir nada.”
Franny y Zooey.
J.D. Salinger.
Pág. 22. Alianza editorial, 2002.
UNA RESEÑA MUY CARIÑOSA DE LA TERTULIA CELEBRADA EN MÉRIDA A LAS 10,30 DEL 18 DE JUNIO DE 2011. Francisco José Martín del Hoyo.
Fotos: Suso Díaz
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