El sábado 22 de octubre tuvo lugar en la Biblioteca Nacional “Jesús Delgado Valhondo” de Mérida, dentro del marco de la tertulia de “Gallos Quiebran Albores”, la presentación del libro de José Mª del Álamo: “40 AÑOS DE POESÍA”
Conocí hace ya algunos años a José Mª del Álamo. Fue a raíz de entrar yo a formar parte de la tertulia literaria a la que él pertenecía y que más tarde pasó a llamarse: “Gallos Quiebran Albores”. Esta tertulia, aparte de otras muchas satisfacciones, me brindó la oportunidad de conocer a José Mª.
Es José Mª del Álamo una persona de alma sencilla y noble, enormemente sensible. Lo que más me llamó la atención de su personalidad fue la fuerza con la que defiende su independencia, la libertad a la hora de expresar sus ideas. Es contra la injusticia social, con sus múltiples aristas, contra la que con más ahínco se rebela; de ahí que una parte muy importante de su poesía se centre en este tema. Dentro del dolor de los demás, es el relativo a los niños el que José Mª sufre con especial intensidad. No en vano, declara en un manifiesto sobre su poesía publicado en el número uno de la Colección Emérita de Poesía: “Nada que piense, que diga o que escriba, podrá igualar en magnitud el sentido principal de mi existencia: mis dos hijas y mi hijo. Ellos me dan fuerza en la lucha cotidiana...”. Dice también en esta mismo manifiesto: “Para mí la POESÍA es un desahogo de la mente: estallaría sin ella; no me imagino mi existencia sin la poesía...todo habría sido distinto.”
Cuando escribe poemas sobre los niños, suele utilizar versos cortos (heptasílabos u octosílabos), a modo de romances tiernos, ágiles que, sin embargo, encierran un denso contenido de tristeza: “La sangre de los niños/ no entiende de batallas,/ ni de falsas palabras/ de paz que nunca llega.” (Del poema “Basta ya de verdugos”)
El horror que la guerra despierta en él le sugiere imágenes de una gran fuerza lírica: “El corazón de la guerra/ lleva una cobra anidada/ que muerde con su veneno/ a la mano desarmada.”
Gran admirador de Manuel Pacheco, le ha dedicado numeroso poemas, entre los que, a mi parecer, destaca el titulado “A Manuel Pacheco (en memoria)”, por el número de acertadas y sorprendentes metáforas con las que define al gran poeta fallecido: “Tu cabeza es un océano/ donde naufragan veleros:/ En el fondo los tesoros/ fértiles del pensamiento...Tu cuerpo enjuto, caballo/ que galopa contra el viento:/ ¡Con crines de libertad/ cabalga tu piel de pueblo..!”
De que para José Mª del Álamo la poesía ha de ser un instrumento al servicio de la verdad y de la esperanza, dan muestra los poemas en los que habla al Poeta: “¿Sabes que mi poesía/ ha roto redes/ y escala como hiedra/ por las paredes?” (Del poema “Canción”) “El poeta/ araña con sus dedos/ los cristales del alma,/ descorre los visillos/ de los cerrados ojos/ y empuja con su fuerza/ la verdad contenida.” (De un poema sin título). “¡Ay, qué sería del mundo/ sin los poetas que claman/ en el desierto del miedo/ sin importarles las balas...!” (Del poema “Poetas”, uno de cuyos versos “cometas de luna blanca”, dio título al libro de poema número cuatro de la Colección Emérita de Poesía).
Pero no todos los poemas de este autor giran en torno a la denuncia social. Su espíritu burlón, le lleva a escribir versos que buscan provocar el asombro y la risa; es como si necesitase asomarse y llevarnos con él de vez en cuando a una contemplación menos triste de la vida; como si se concediese en esos desenfadados versos un merecido descanso; como en el “Poema en azul y gris”, en el que, tras describir una tarde de lluvia con tintes románticos, acaba diciendo:”(No sé por qué escribo todo esto;/ pero queda bonito...)”.
En la poesía amorosa utiliza también con frecuencia el verso de arte menor, las estrofas breves y nos conduce al interior del poema con un ritmo ágil y delicado que nos envuelve: “Si es mágica la luz/ Y las caricias,/ La brisa, la sonrisa,/ Las miradas...¿Dime, amor, por qué/ No es mágico este día?/ ¿Dime por qué no vuelve/ A ser la noche mágica?”
“Balancearé tu nombre/ entre mis labios/ (sílaba a sílaba,/ igual que un balbuceo),”
“Imagíname soñando, /descorriendo tu risa,/ asido a tu mirada,/ enredado en tu pelo.” (Del poema “Adivíname”).
Especialmente hermoso me resulta su “Antisoneto para llamarte amor” del que destaco los tercetos: “Tu nombre se desliza entre mis dedos,/cuando sueño tu piel y tu mirada./ Déjame que te sueñe en mis desvelos./ Imprímeme tu nombre entre los labios./ Quiero pintar con besos los recuerdos/ que aún me quedan de ti como grabados.”
Rebelde por naturaleza, se niega, dice, a retocar sus versos; pues opina que son como hijos a los que hay que aceptar tal y como vienen al mundo. Original, sin duda, este punto de vista, que nos acerca a una persona a la que merece la pena conocer y a un poeta que aún tiene mucho por decir.
Texto de Ana Mª Castillo Moreno.
Fotos de Eladio Méndez.